El cine de América Latina se enfrenta a los gigantes de Hollywood y Bollywood, por lo que se deben unir en Iberoamérica para afianzar un mercado común colaborativo avalado por incentivos fiscales. A esto se le conoce como coproducción, que permite el estreno en dos mercados asegurados como Canta y no llores (2023), de Desirée Reyes.
Si bien la región de Iberoamérica cuenta con incentivos fiscales avalados por leyes de cine, el streaming se posiciona como un salvavidas transfronterizo.
El streaming es definido como la distribución digital de producciones audiovisuales a través de un dispositivo electrónico, que carece de comerciales y anuncios. Se destacan por ofrecer una tarifa única para ser compartida para varios miembros del hogar, familiares o amigos, y proveer un sin fin de largometrajes añejos, históricos, estrenos y contenido exclusivo.
De acuerdo con Desirée Reyes, productora, las plataformas de vídeos por suscripción permiten una mayor distribución y comercialización de los largometrajes nacionales, esto es posible debido al auge e internacionalización sin fronteras de este modelo de negocios. Pero, además, permite a los productores o cineastas distribuir a mayor escala luego de su paso por las carteleras de cine.
Pese al streaming, las salas se mantienen vigentes
Cuando se hace referencia a las plataformas de videos por suscripción, las generaciones centennials y alfa se alzan como las más predilectas que eligen, disfrutan y consumen contenido desde la comodidad de su hogar, debido a su programación para todos los gustos, familias y personalidades. Sin embargo, las salas siguen vigentes.
Los ingresos de los cines iberoamericanos se fijaron en US$ 2,000 millones por la asistencia de 518.7 millones de espectadores en 2022, de acuerdo con un informe de Entidad de gestión de derechos de los productores audiovisuales (Egeda Dominicana). Pero, además, el número de salas de cine en funcionamiento ascendieron a 20,437 en 2022, manteniendo el 99% de las pantallas existentes reportadas en 2020 (20,438).
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